Supongo
que habrá quien piense que el mío fue un voto desperdiciado, puesto
que este partido ya no pinta nada y, además, Irene Lozano se dispone
a entregarlo, cautivo y desarmado, a Ciudadanos.
Pero
la cuestión no es esa, sino que mi voto fue para un programa
razonable, democrático y enemigo de la corrupción; por tanto, no
soy responsable de lo que se avecina.
Los
mandatarios surgidos de las últimas elecciones municipales y
autonómicas se han propuesto una tarea ciclópea, imposible de
conseguir a priori, pero ellos no se arredran ante las dificultades y
visto lo visto cabe presumir que lo lograrán. Harán que echemos de
menos a Alberto Fabra, Rita Barberá y Ana Botella. ¡Que vuelva
Botella!, será el lema. El nuevo concejal de Kultura del
ayuntamiento de Madrid, Guillermo Zapata, ha dicho «Echarle un ojo».
Quien no respeta al lenguaje tampoco respeta a los demás.
De
otro concejal de Madrid, Pablo Soto, son famosos sus tuits
sanguinarios. Pobres de aquellos trabajadores del ayuntamiento a los
que tome manía. Porque esta gente tan visceral no controla sus
manías.
Es
un hecho que el nacionalismo es incompatible con la democracia, por
lo que el nuevo ayuntamiento de Valencia ya anuncia imposiciones. Se
dirigirá a los ciudadanos únicamente en catalán. ¡Queremos
'caloret'!, diremos los que no entendemos el catalán. No es que
menosprecie a esta lengua, pero, ¿qué necesidad tengo yo de
aprender el catalán? Ni lo sueñen Ribó y compañía. No pienso
aprenderlo nunca.
Se
puede entender ahora el viraje de la burguesía catalana. La gente no
paraba de quejarse de Trias. Los de la çeba han decidido votar a
Colau. ¿Os quejáis de Trias?, pues tomad a Colau. Ahora sabréis lo
que vale un peine. Colau como aceite de ricino para los que estaban
hartos de Trias. Querrán que vuelva.
Repito,
por si a alguien se le ha olvidado. Voté a UPyD, el partido que
consiguió que muchos recuperaran el dinero de las preferentes.
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