Con su política está demostrando que lo
que en Cataluña llaman ‘el prusés’ no es más que una bufonada,
que no tiene sentido, ni lógica, ni razón alguna.
No es más que la simple voluntad de unos
desalmados a los que no les importa el daño que pueden causar, y que
están causando, principalmente en la misma Cataluña, en donde se
han llevado por delante el famoso ‘seny’ y han roto familias,
amistades, negocios, esperanzas…
Hoy en día, el hecho de conservar la
sensatez en Cataluña resulta peligroso y molesto, porque la
insistencia de los descerebrados, a los que hay que sumar a los
parásitos que se han sumado a la locura, porque han visto el cielo
abierto y han aprovechado para vivir del cuento sin dar golpe,
resulta muy agobiante. Los hay que van con bloc y bolígrafo por la
calle para apuntar a los que rotulan en español y denunciarlos. Que
multen a alguien por rotular en español es demencial y estúpido, y
revela además una maldad sin límites.
Pues el conde ese, con la actitud
sectaria de su periódico, está demostrando que lo hacen no puede
llevar a ninguna parte, salvo a producir destrozos mientras dura el
intento.
Si los separatistas tuvieran alguna razón
serían más serios. Pero de la única seriedad que pueden presumir
es de la asnal. Cuando adoptan esa actitud solemne a continuación
dicen una burrada.
Otro favor que está haciendo a España
el conde ese es convertir a columnistas que fueron buenos o muy
buenos y merecedores de atención, en risibles caricaturas de sí
mismos, en payasos sin gracia, en orfebres del más ridículo
antiperiodismo, que tuvo su momento más jocoso en el célebre
editorial conjunto. Vaya conjunto de botarates, capaces de ganar el
título mundial de la especialidad.
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