Algunos dicen ‘soy socialista’, como
si dijeran ‘soy una vaca’, o ‘soy japonés’, es decir, como
si hubieran nacido con esa condición, o les tuviera que acompañar
por el resto de sus días, lo cual también ocurre, porque los hay
que la heredan y se quedan con ella para siempre.
También puede darse el caso de que lo
hayan elegido libremente, pero luego se la han marcado como a
troquel. Es cierto que algunos dicen ‘soy ateo’, o ‘soy
católico’, pero no es lo mismo. Un católico o un ateo no han de
participar en ninguna elección, sino simplemente atenerse a su
código moral o ético, cosa que muchas veces no ocurre, pero esa no
es la cuestión.
En un Estado democrático no se debe
decidir la opción de antemano, las simpatías sí. Un Estado
democrático debería estar poblado por demócratas, es decir, por
personas responsables, cumplidoras de la ley y empeñadas en
contribuir al bien común. Ya se ve con esto que algunas de las
fuerzas políticas que operan en España están muy lejos de poder
ser demócratas.
La cuestión es la siguiente: se puede
pensar que determinada ideología política puede resolver mejor los
problemas a los que se enfrenta la nación, pero luego hay que ver la
candidatura que la representa y con qué programa pretende hacerlo.
Porque lo que importa al final es el grupo humano que tendrá que
desarrollar el proyecto. Conviene tener en cuenta que es mejor un
buen gobierno con un mal programa que un mal gobierno con un buen
programa.
A la vista de la deriva del PSOE, que fue
quien enterró a Montesquieu en su día, lo que propició que el
monstruo nacionalista fuera creciendo, y luego lo amamantó
cumplidamente, hasta el punto de que aquí ya pocos saben lo que
significa la democracia y abundan los que cuando hablan de
obligaciones no se refieren a cumplir la ley o ser buen ciudadano,
sino de conocer alguna lengua regional, lo mejor es romper el carnet
quien lo tenga y procurar que no se entere nadie de que se ha tenido.
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'Cantos al camino'
'Historias de la otra razón'
'Por qué España'
'Diario de un escritor naíf'
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'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
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