Un amigo inició un hilo en su Facebook
sobre la donación de Amancio Ortega. Lo hizo de manera lógica y
consecuente, pero no obstante fue respondido con una sarta de
insensateces, salvando alguna que otra intervención juiciosa.
Quise intervenir en el asunto y puesto
que, casualmente, había leído en otro sitio un comentario sobre la
cuestión que no me creo capaz de mejorar, lo incorporé. No pongo el
nombre del autor, sino tan solo las iniciales, porque ni lo conozco,
ni está en mi lista y, por tanto, no sé si le gustaría que
apareciera su nombre. Mi participación fue la siguiente:
«-
El texto que sigue no es mío, sino que lo he visto aquí en
Facebook:
X.M.C.- Desde mi perspectiva laica y escéptica, la motivación de un acto positivo es irrelevante y los juicios morales sobre la misma son impertinentes. Ética, judicial y políticamente, lo pertinente son las consecuencias de dicho acto, considerando su eficacia, su eficiencia y su efectividad. Dicho esto, manifiesto mi convicción de que la donación a un Hospital Público de tecnología puntera idónea para el diagnóstico y tratamiento oncológicos, es un acto positivo, con independencia de quien sea el donante y de cuales sean sus motivaciones.»
X.M.C.- Desde mi perspectiva laica y escéptica, la motivación de un acto positivo es irrelevante y los juicios morales sobre la misma son impertinentes. Ética, judicial y políticamente, lo pertinente son las consecuencias de dicho acto, considerando su eficacia, su eficiencia y su efectividad. Dicho esto, manifiesto mi convicción de que la donación a un Hospital Público de tecnología puntera idónea para el diagnóstico y tratamiento oncológicos, es un acto positivo, con independencia de quien sea el donante y de cuales sean sus motivaciones.»
Me
respondió alguien del que espero que si lee esto se lo tome con
deportividad. Lo hizo de este modo:
«-
Imaginemos por un momento que dono altruistamente barriles de
desechos nucleares al chatarrero. Mis motivaciones no importan, y el
chatarrero puede revender. Al Daesh como mínimo.»
Decidí
contestarle y lo hice así:
«-
Supongo, D., que si vuelves a leer el texto que he puesto, que repito
que no es mío, no quiero atribuirme méritos, te darás cuenta de
que tu respuesta no procede.»
A
lo cual replicó lo siguiente:
«-
Eso decías y así lo leí. Procede ponerlo en juicio.»
Me
dio la impresión de que este amigo corre peligro de herniarse en su
afán por cuestionárselo todo, que no incluye la necesidad de hacer
el ridículo.
Como
no he vuelto a contestar, puede que mi interlocutor interprete que me he
rendido. Me da igual.
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'Cantos al camino'
'Historias de la otra razón'
'Por qué España'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'Cantos al camino'
'Historias de la otra razón'
'Por qué España'
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