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lunes, 29 de diciembre de 2014

El mosquito asesino

Decía Cervantes que es más lo que un mosquito puede molestar que lo que un águila puede favorecer, en una de sus acertadas metáforas.
Hay personas insignificantes a las que se puede situar en la segunda parte de otra frase, esta de Goethe, en la que dice: el que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día. Pues entre esos ignorantes en la oscuridad están esos mosquitos tan molestos que, ciegos de envidia, incordian, incordian y vuelven a incordiar, da igual que estemos en tiempo navideño.
Pero ahora llega Bill Gates, que posee unos recursos técnicos muy superiores a los que pudo tener Cervantes, y nos informa de que el mosquito es el animal que más muertes causa.
Cuando tuve una yorkshire, pequeñita, de apenas dos kilos y medio, podía ver como ella salía en estampida a esconderse debajo de la cama en cuanto oía volar un mosquito. No necesitaba que Bill Gates se lo explicara para saber que los mosquitos son peligrosos. Yo también huyo de los mosquitos, o trato de evitarlos. En mi caso de los que señalaba Cervantes. Los que daban miedo a mi perra me pican. Aprovechan que duermo para eso. Lo sé por las marcas que me dejan.
Los mosquitos matan a mucha gente en el mundo y el Estado Islámico también. Yo diría que no se tiene muy en cuenta a unos ni a otros, quizá porque en España la gente o bien está aplaudiendo a los de Podemos, que esa es otra, o bien está criticando a los Estados Unidos, a los que se culpa de todos los males, y esa también es otra. Cuando Podemos nos arruine a todos la culpa también la tendrá Estados Unidos, como en Venezuela.
El caso es que hay problemas gordos y la gente sigue teniendo fe en la magia.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Creer en la suerte

Así titula María José Pou Amérigo su artículo de hoy, en el que se refiere al paradójico caso de que siendo así que cada vez hay menos gente que cree en Dios se mantiene, sin embargo, la fe en la suerte. Concuerdo con ella en su planteamiento, pero me permito añadir que todavía hay más gente que cree en la impunidad que en la suerte.
No escasean quienes abusan de personas indefensas, sin duda porque ignoran el daño que se hacen a sí mismas. Por algo dijo Goethe que la más cruel de las venganzas consiste en no vengarse. La suerte, en cambio, contiene una gran cantidad de variables que ningún ser humano es capaz de abarcar. Freud agradecía haber tenido una vida muy difícil y eso indica que pensaba que si hubiera tenido lo que comúnmente se tiene por suerte no hubiera adquirido unos conocimientos que consideró de mayor valor que los padecimientos que le habían costado.
Pero volviendo al artículo citado al principio y concretamente en lo que respecta a la pérdida de fe en Dios, también me atrevo a añadir que en lo que a mí se refiere, y al igual que María José Pou Amérigo, deseo que exista; pero que después de haber tratado con mucha gente que siempre tiene su nombre en los labios, sacerdotes, monjas y seglares sumamente devotos, la impresión que me queda es que no he conocido a nadie que realmente tenga fe; más bien me hacen pensar en aquel mandamiento que dice que no hay que tomar el nombre de Dios en vano. Debo añadir que nunca he tratado a María José Pou Amérigo, por tanto, no se la puede considerar incluida en la lista.
La fe no se puede lograr por decreto, ni por imposición, ni mediante discursos teóricos. En los dos primeros casos, como mucho, se fomenta la hipocresía, en el tercero ni siquiera eso. Quienes de verdad quieran fomentar la fe en Dios deben intentar conseguirlo con su actitud, con sus actos. Por sus hechos los conoceréis.