Se acabó la lamentable época de los
Kirchner, tan cercanos al chavismo, al populismo y todas esas lacras
que hunden a la América hispana.
La tarea que tiene por delante es
hercúlea y falta saber si se limitará a frenar el deterioro o
conseguirá avances espectaculares en esa Argentina que decenios
atrás apuntaba a la grandeza y en lugar de eso se vino abajo.
Para saber lo que le espera quizá sea
bueno recordar al nefasto gobierno de Zapatero, que desencadenó tal
devastación en España que sus secuelas tardarán mucho tiempo en
ser sanadas. No se trata sólo del desastre económico, como
consecuencia del cual debe de haber muerto mucha gente de hambre y
los sueños de muchos desaparecieron para siempre. Muchas familiares,
que venían disfrutando de relativa abundancia, se arruinaron por
completo.
Rajoy no tiene madera de héroe. No ha
tomado las medidas que debía tomar, porque le faltan arrestos para
ello. Pero ha frenado el declive económico. Se viene comportando
como un funcionario eficaz; es obvio que la eficiencia queda lejos de
su alcance.
Pero las políticas de Zapatero trajeron
otros males peores con los que Rajoy no se ha enfrentado.
Simplemente, los soporta y, cuando puede, los torea. Si no tiene más
remedio que enfrentarse al toro, porque lo tiene encima, como es el
caso catalán, encarga al picador que haga a modo su trabajo.
Las políticas de Zapatero han propiciado
que Bildu esté en las instituciones, que haya surgido Podemos y
finalmente que los separatistas catalanes lancen su órdago al
Estado. También han propiciado el debilitamiento del PSOE, cosa que
también es mala para España.
Macri tiene una tarea similar en
Argentina. Cristina Fernández le ha dejado un país dividido y él
ha dicho que intentará arreglar esto. Se necesita mucho tiempo para
conseguirlo y es bueno que comience ya. También se propone unificar
la moneda y reducir la inflación. Necesitaría tener a todo el país
con él y de momento parece que tiene a la mitad en contra.
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