miércoles, 17 de agosto de 2016

Acerca del suicidio

Hay un artículo de Juanjo M. Jambrina y Javier Bilbao, publicado en JotDown con el título
¿Es el suicidio un acto de locura o de lucidez?, cuya lectura masiva podría evitar algún que otro suicidio, no muchos, la verdad, porque la irracionalidad todavía está lejos de desaparecer de nuestro mundo.
Hay un grupo de personas que tiene un porcentaje de responsabilidad en cierto suicidio que mantiene viva la memoria de la persona que se suicidó sin plantearse siquiera si tuvo algo que ver con su muerte.
El artículo citado tiene un inicio brillante y un final perfecto, pasando por todos los sitios que debía pasar con la precisión de un reloj suizo.
He conocido a varias personas que acabaron suicidándose y conozco a otras que lo han intentado. Albert Camus, que también aparece en el artículo de Jambrina y Bilbao con otra cita, dejó escrito que el más leve gesto de desprecio puede ser la gota que colme el vaso y lleve a alguien a tomar la decisión fatal. Camus es muy leído y esa cita particularmente es muy conocida, pero los gestos despectivos y los desaires se multiplican, porque la gente tiende a organizarse y a reaccionar de la forma salvaje que describió William Golding en ‘El señor de las moscas’.
Tengo escrita una novela, ‘Yo estoy loco’, en el que describo actitudes que se llevan a cabo de forma irreflexiva e irresponsable y que pueden tener consecuencias lamentables. No me extrañaría nada que quienes la han leído, y han condenado esas actitudes, luego tengan otras que puedan ser equiparables. Y es que una cosa es ir al cine y exigirle proezas al protagonista, y otra muy distinta es la propia vida de cada uno, en la que pocos se exigen a sí mismos tanto como al héroe de la película.
El protagonista de mi novela es inteligente, independiente y buena persona, tres motivos para la marginación. Además, es inmigrante irregular. Y homosexual.


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