lunes, 14 de noviembre de 2016

Obama no ha sido un mal líder mundial

Lo que no ha sido es un líder al uso de lo que venía siendo habitual, pero es que los tiempos han cambiado. Estados Unidos sigue siendo la primera potencia mundial, pero Putin por un lado y los terroristas islámicos por otro han sabido ver sus debilidades.
Por su parte, los populistas están instalados desde hace algún tiempo en América del Sur y saben cómo neutralizar la influencia del gigante del norte.
Durante el mandato de Reagan, y debido a un empujón que le dio éste, se hundió la Unión Soviética, pero ocho años antes, y quizá tampoco cuatro años antes, no habría podido hacerlo.
Cada país tiene su idiosincrasia, que aunque cambia con el tiempo, en cada momento de su historia condiciona a los gobernantes. Pero también lo hace el resto del mundo.
En Estados Unidos son muchos los que encuentran oportunidades que ni siquiera en su país podrían soñar, pero también son muchos los que no tienen, ni tendrán jamás ninguna oportunidad. Es muy difícil cambiar este estado de cosas.
Estados Unidos ha hecho muchos servicios al mundo, pero en política exterior ha sido generalmente torpe y egoísta, entrometiéndose en la política interna de muchos países, imponiendo soluciones que no eran las que más convenían al país intervenido sino a ellos mismos. Han tardado mucho en darse cuenta de que la mentalidad imperante en otro país no era exactamente la misma que la suya. Han actuado con la prepotencia propia de todas las primeras potencias del mundo habidas hasta el momento y ahora las cosas han cambiado, como pronto tendrá que admitir el nuevo presidente.
Cuando los grandes empresarios le expliquen que cualquier paso en falso puede provocar una recesión, cuando se dé cuenta de que el enemigo le ha tomado la medida, cuando vea que corre el riesgo de no poder acabar siquiera los cuatro años de su mandato, no tendrá más remedio que calmarse.


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