martes, 22 de noviembre de 2016

Incertidumbre sobre Trump

En Estados Unidos rige la democracia desde el nacimiento de esta nación. Sus instituciones son fuertes y dignas de confianza, pero el sistema democrático precisa de personas adultas.
La democracia no es ninguna panacea en sí misma, sino que es el sistema mediante el que las personas en conjunto y libremente rigen los destinos de su nación, evitando dejarlos en manos de una sola persona, con los efectos perniciosos que conlleva.
Los estadounidenses, en general, tienen hábitos democráticos, nacidos de la costumbre más que de la convicción íntima, como lo prueba el hecho de que a la hora de votar son tan infantiles como los de los demás sitios.
En España, por ejemplo, el líder más valorado es Garzón. En su día lo fue, y en este caso sí que era merecido, Rosa Díez, pero quizá se debiera a motivos ajenos a los racionales. Zapatero escondía su maldad y su incompetencia detrás de una sonrisa, y ya se vio que esto resultó efectivo y tuvo consecuencias catastróficas para casi todos los españoles. No ha servido tampoco para que la gente medite mejor su voto. Ha desaparecido UPyD y ha irrumpido con fuerza Podemos, lo que demuestra una inconsistencia social, de tinte autodestructivo, ya manifestada anteriormente en muchos detalles.
En el caso de Estados Unidos, si su electorado fuera adulto y exigente, sus sucesivos gobiernos no se habrían podido comportar con tanta prepotencia ante el resto del mundo, aunque tampoco se le pueden negar otros méritos, ni el agradecimiento que merecen.
Pero ahora la cuestión se llama Trump. Lo han votado y todo el mundo lo presiente como un peligro. ¿Servirá eso para hacer madurar a todos a marchas forzadas? Es difícil que ocurra eso. Pero tranquiliza saber que puede ser destituido. En España hubo muchos intentos, por parte de su partido, para quitar de en medio a Zapatero y sólo cuando las encuestas certificaron su caída en picado en estimación de voto aceptó marcharse.




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