La Generalidad de Cataluña ha encargado
una encuesta mediante la cual demuestra que la seriedad le importa un
bledo. Lo que hacen los dirigentes catalanes es burlarse de aquellos
a quienes debe servir.
Los sueldos de los políticos se pagan
con los impuestos de los ciudadanos, por cuyo motivo deberían tener
mucho cuidado con lo que hacen con el dinero público y sin embargo
los catalanes lo gastan tan alegremente y generalmente en cosas que
no repercuten en el bien común, hasta el punto de que la Generalidad
está quebrada.
Pero siguen en su locura y ahora tratan
de saber a cuanta gente le han contagiado esta insania. Van a
gastarse una millonada en saber cuántos catalanes están como una
cabra. Van a hacer una pregunta inconcebible en democracia, para
hacer patente una vez más que el nacionalismo es incompatible con
ella. El nacionalismo no puede ser más que dictatorial. Esos
caraduras que gobiernan en Cataluña no van a preguntar si hay que
cumplir las leyes que dictan ellos, porque bien que les muelen las
espaldas a quienes las desobedecen. Van a preguntar si hay que
obedecer las del Estado. Pero ocurre, como sabe cualquier buena
persona, que sí. Porque si no hay ley los malos tienen ventaja.
La Constitución fue hecha en democracia
y votada por todos, incluidos los catalanes. Incumplir la
Constitución es traicionar a todos, incluso a los mismos que la
incumplen.
Algún día no le va a quedar más
remedio a Rajoy, o a quien ocupe su lugar, que mandar una pareja de
la Guardia Civil a que arreste a Puigdemont. Falta saber si en la
cárcel le permitirán tener ese peinado o le ordenaran a un
peluquero, o al profesional que consideren adecuado, que le ponga el
cráneo en condiciones. El peligro es que le haga un cortecito y
comience a salir serrín.
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