Los independentistas pudieron demostrar
ayer lo que tanto ansiaban, que no les importan las víctimas del
terrorismo, ni la razón, la justicia o la dignidad, sino que lo que
deseaban era exteriorizar su odio, manifestar su repulsa a las
personas decentes y vociferar consignas infames, todo ello en eso que
el Padre Batllori llamaba dialecto infame e infecto.
No es que no les importe no tener razón,
es que odian a la razón. El odio es irracional y ya se vio que había
muchos irracionales en esa manifestación.
Más irracionales: Hay un vídeo en el que aparecen dos señoras, que de señoras no tienen nada, rompiendo pancartas porque estaban escritas en español. Tenían muchas apiladas. ¿Cómo las habrían conseguido?
Más irracionales: Hay un vídeo en el que aparecen dos señoras, que de señoras no tienen nada, rompiendo pancartas porque estaban escritas en español. Tenían muchas apiladas. ¿Cómo las habrían conseguido?
Odian a la razón, por tanto, están muy
satisfechos de no tenerla. Lo que pretenden es tener la fuerza que
necesitan, que esperan conseguir juntándose muchos, todos iguales,
todos llenos de odio, para poder imponer su ley. Para que el número
de los irracionales aumente, se sirven de todas las artimañas y
violencias morales y, si pueden hacerlo impunemente, físicas, de
modo que quienes quieran vivir, no en paz, sino con relativa
tranquilidad entre ellos no tienen más que renunciar a su parte
racional, a su parte decente.
Cómplices, aparentemente, suyos, pero
deseando robarles la cartera están esos otros que igual derrochan un
orinoco de lágrimas por Chávez, que llaman terroristas a los presos
políticos de Venezuela o contemplan cómodamente las ejecuciones de
homosexuales en Irán, pero que de cualquier cosa que ocurra en el
mundo le echan la culpa al Rey. Insultan al Rey y alaban a Otegui.
Llaman terrorista a Leopoldo López y presos políticos a los
etarras.
Esto es lo que hay en España hoy. Nos
podemos consolar recordando lo que hubo en 1934, en 1814 y otras fechas nefastas. Hubo un
periodo de ilusión que comenzó en 1976, pero duró poco.
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'La Guerra Civil y la Tercera España'
'Cantos al camino'
'Historias de la otra razón'
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