domingo, 13 de agosto de 2017

La hora de Baltasar Garzón ya pasó

Según me comentan amigos que trabajan en los juzgados, ningún funcionario quería estar en el de Garzón; y es que hay jueces que tratan mal a los funcionarios y, por lo que me cuentan, el ex juez estrella estaba entre ellos.
Su carrera comenzó con el asunto del lino. Hasta ese no era conocido. Todas las encuestas daban como ganadora de las elecciones autonómicas de Castilla-La Mancha a Loyola del Palacio. Baltasar Garzón se inventó el caso del lino, que acabó demostrándose como un bluf, pero que le sirvió para montar una escandalera, como resultado de la cual José Bono resultó el ganador de las elecciones.
El nuevo presidente de Castilla-La Mancha quedó tan contento y agradecido que le presentó al entonces juez a Felipe González, que al conocerlo pensó enseguida que le podría aportar el plus que necesitaba para ganar las próximas elecciones generales. Para que aceptara ir en su lista le ofreció el número dos y seguramente le prometió que lo haría ministro de Justicia.
Cabe interpretar que al ver cómo actuaba en los mítines su flamante fichaje, Felipe González sintió miedo. Éste tenía palique y podía arrebatarle el fervor de sus afiliados y votantes. Debió de ser así, porque tras las elecciones, el reelegido presidente optó por otro, igual de ambicioso, pero con menos don de gentes, para el ministerio de Justicia.
Garzón, despechado, rompió con el PSOE, solicitó su reingreso en la Audiencia Nacional y empezó a sacar papeles de los cajones, con el resultado conocido.
Acostumbrado a estar en el candelero, parece ser que no soporta bien el anonimato actual y no sabe qué hacer para volver al primer plano. Siempre queriendo dar la impresión de ser más de izquierdas y más solidario que nadie. Pero mucha gente piensa que su inhabilitación como juez es correcta y, además, las caras pasan de moda.
Por eso, el partido que acaba de fundar con otros amigos quizá no obtenga los resultados que espera.



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