Desde
Adolfo Suárez, ningún otro presidente ha tenido un gesto de
grandeza. Leopoldo Calvo Sotelo dijo, en referencia al 23-F, que por
algún sitio tenía que trazar la raya, porque en otro caso tendría
que haber encerrado a dos mil.
De
ese modo, quienes se libraron de la cárcel, pudieron seguir
cometiendo fechorías con la misma impunidad, algunos de ellos en el
ejercicio de responsabilidades muy elevadas.
Si
se hubiera metido en la cárcel a todos los que lo merecieron, como
consecuencia se habría generado un ambiente de ejemplaridad; como la
mayoría eludió sus responsabilidades, quedó claro que la justicia
no es igual para todos. Por robar una gallina se va a la cárcel y
participar en un golpe de Estado puede salir gratis.
De
esa idea de que todo vale han surgido luego la utilización
partidista de la lucha contra ETA, la utilización y manipulación de
las víctimas, la negociación con los terroristas, que además de
inmoral es un delito grave, los más de 300 atentados impunes y para
poner la guinda a tanta infamia y tanto despropósito, el chivatazo
del Faisán, en el que también ha quedado una vergonzosa X.
Las
dos X, además, caen en periodos socialistas, pero en ambas hay
responsabilidad compartida por el PP, porque los dos partidos
participan del mismo sistema y se hacen trampas parecidas. En casi
todos los demás partidos se da el caso curioso de que quisieran
resolver una de las X, pero la otra no. Con lo cual…
La
única grandeza que se puede encontrar está en los aledaños de la
política, en Covite, que no se deja manipular, ni utilizar por
nadie, motivo por el que necesita imperiosamente la ayuda de los
ciudadanos. La necesita y la merece.
En
lo que respecta a la reapertura del caso Faisán estamos en la fase
en que hacerse ilusiones puede ser excesivo. Pero es imperiosamente
necesario que quienes infringen la ley paguen por ello.
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