miércoles, 2 de mayo de 2018

El leguleyo escocés de Ponsatí

La estrategia elegida para la defensa de Ponsatí por parte de sus abogados pone de manifiesto que reconocen de antemano que ella no tiene razón.
Esto es así porque recurren al juego sucio, a explotar los viejos estereotipos sobre España difundidos desde antiguo en las islas británicas por algunos ‘muy nobles’ súbditos de su Graciosa Majestad. Esas patrañas que prenden tan fácilmente porque la gente que se las cree es tan impresentable como quienes las difunden.
No obstante esos estereotipos tan grotescos, inventados por mentes calenturientas, los británicos residentes en España viven mejor que los que se han tenido que quedar en las islas.
Así que ese idiota de abogado pone a la opinión pública de su país en contra de que se extradite a España a su defendida, sin que le importe tener que mentir para ello, ni tampoco deteriorar el sentido de la justicia de sus compatriotas. Si pensara que su defendida tiene razón actuaría, qué duda cabe de ello, de forma correcta y comedida, mostrándose respetuoso con las leyes de España y el Reino Unido y los Tratados en vigor entre ambas naciones.
Pero no, las cárceles españolas son, probablemente, más confortables que las británicas y la tal señora Ponsatí todavía no ha sido condenada, aunque es probable que dada su propensión a la fuga, el poco estilo que tiene en la elección de abogados y la gravedad de los delitos que se le imputan que se ordene su ingreso en prisión de forma preventiva.
En estos tiempos en los que la colaboración entre las naciones es fundamental para afrontar los problemas actuales, quebrantar la armonía entre ellas y no cumplir con los Tratados vigentes es un acto de inusitada gravedad, propio de gentes irresponsables y poco dignas de confianza. Hubo un tiempo en el que el Reino Unido premiaba a los piratas más indeseables y traidores, pero ahora tocan otras formas, otros modales.

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