miércoles, 23 de mayo de 2018

Trabajar y cumplir el Ramadán

Sólo teniendo en cuenta que el sentido crítico es algo que todo el mundo sabe que existe, e incluso lo alaba, pero luego son pocos los que le encuentran alguna utilidad y deciden usarlo se entiende que basta con darle el nombre de religión a cualquier cosa para que enseguida se le considere digna de respeto.
Y no, las religiones, como todo, hay que examinarlas de arriba abajo. Sin embargo, sorprende que muchos de los que son capaces de cuestionar aspectos concretos de la religión católica, todavía mayoritaria en España, acepten sin rechistar cualquier cosa que venga de otras religiones. Un buen número de los que pugnan por conseguir la retirada de los símbolos católicos en los centros públicos se pliegan a las peticiones musulmanas.
Pero para el Islam no existen el Bien y el Mal, sino tan solo la voluntad de Dios. Este detalle es elocuente y obliga a desconfiar de quienes practiquen esta religión, porque por muy ejemplares que hayan sido sus vidas hasta el momento, el peligro está latente. Alguien que tenga autoridad sobre ellos puede decirles que Dios quiere esto o aquello. Eso no puede ocurrir en el catolicismo, puesto que todo el mundo sabe lo que es el Bien y lo que es el Mal. Otra cuestión inquietante es que Islam significa sumisión. El Islam castra a los individuos.
Encima ahora hay que soportar que alguien que practica el Ramadán maneje una grúa, conduzca un autobús, o pilote un avión, con el riesgo que supone. Pero no sólo eso, los que tengan tareas que no supongan riesgo disminuirán su productividad, perjudicando a las empresas que les pagan y a los demás trabajadores.
Por tanto, los musulmanes que vengan a nuestro país deben adaptarse a lo que hay, si no les gusta el jamón que dejen comerlo a los demás, si quieren practicar el Ramadán que cojan vacaciones, si ven crucifijos en las aulas que dejen que sean los nativos quienes decidan sobre ello.

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