Es como si Drácula estimulara el miedo a
alguien que pasara por allí. El más peligroso es el propio Sánchez,
sobre todo ahora que Iglesias, una vez conseguido el chalet, se ha
disfrazado de hermanita de la caridad.
Todos los políticos, pero especialmente
Sánchez, habida cuenta de su ambición sin límite y de su absoluta
falta de escrúpulos, deberían pasar el test de Robert Hare, y
también algún otro que sirva para comprobar la salud mental. Y,
además, un examen de cultura general y otro de conocimiento de la
Constitución, con la obligación de jurar o prometer no ir contra
ella ni desobedecerla. Y así Batet ya no estaría en la política,
pero no solo Batet.
Como se preveía, esta campaña electoral
está siendo muy sucia. Circula por WhatsApp un mensaje según el
cual PP, Ciudadanos y Vox tienen un pacto secreto para bajar las
pensiones si gobiernan. Esto, sencillamente, no puede ser. Los que
atentan contra las pensiones son quienes derrochan. Esperemos que el
plan de Lacalle, si llega a gobernar, se cumpla y eliminen
duplicidades entre las distintas administraciones. Ese es el camino
para garantizar las pensiones, que el Estado elimine gastos
superfluos.
Algo bueno, sin embargo, ha traído esta
campaña: el descubrimiento de tres señoras que han brillado todas
ellas por encima de sus líderes, Álvarez de Toledo, Arrimadas y
Monasterio.
Sánchez, en cambio, se ha elegido como
segunda de a bordo a Calvo, que ni siquiera puede hacerle sombra a
él, el doctor. El suyo es un feminismo de boquilla. Poner en los
cargos a señoras vulgares y postergar a las elegantes, inteligentes
y con criterio es un golpe bajo a las mujeres y es indigno que lo
haga un presidente de España, aunque no es el único en caer tan
bajo en esta cuestión.
Se puede comparar el protagonismo de las
tres mujeres que he citado con el de las socialistas. Es posible y
deseable que alguna de ellas alcance la presidencia de España más
pronto que tarde.
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