Debo decir que no soy admirador de Cayetana, pero a continuación que dentro del actual panorama político es de lo mejor que hay, si no lo mejor. Preferiría que el PP estuviera dirigido por ella y si fuera así, seguramente, lo votaría.
Como ciudadano, debo velar por mis intereses, no por los de ningún partido. Y cuando se exige que un político haga exactamente lo que le pide el jefe, y lo hace, es obvio que ese político ‘tan obediente’ no defiende los intereses de los ciudadanos, o sea, los míos, sino los suyos propios. Lo que le conviene es tener contento al jefe, no a los votantes. Así las cosas, pregunto: ¿con qué cara me piden el voto?, ¿cómo se atreven a prometer esto o aquello en un sistema democrático? Es obvio que quieren el poder y si lo consiguen cumplirán las promesas que les convengan a ellos, no al ciudadano que vota.
Como ciudadano, quiero políticos con criterio, capaces de levantar la voz si el asunto lo demanda, y que sean conscientes de que su obligación moral es defender los intereses de los ciudadanos, no los de su partido o del líder de su partido.
Nada del discurso de Cayetana se aparta o se sale del ideario del PP. Y eso de que el PP tiene ideario es una hipótesis, porque la Biblia lo dice bien claro: «por sus hechos los conoceréis». El PP ha traicionado a Cayetana, porque le dio un cargo y un cometido y no le ha permitido desempeñarlo. La excusa es que ha desafiado la autoridad del jefe. No que se haya salido del ideario del partido.
Las conclusiones son claras:
Hay que establecer, con carácter de urgencia y de forma irreversible, la separación de poderes.
Hay que cambiar la ley electoral, para que los diputados sepan y noten que sus jefes son los ciudadanos, los que les pagan las nóminas.
‘2016. Año bisiesto’
‘El Parotet y otros asuntos’
‘Diario de un escritor naíf’
‘Yo estoy loco’
‘Valencia, su Mercado Central y otras debilidades’
‘1978.El año en que España cambió de piel’
‘Tránsito en la mirada’
‘Te doy mi palabra’
1 comentario:
Ciertamente parecía que una voz se correspondía únicamente con el cerebro en la cabeza de la persona que por sí hablaba sin ventrílocuo que la manejara. Lástima de nivel de comprensión política en todo el panorama español. Estamos donde lo hemos traído activa o pasivamente o también obligadamente por falta de otra opción.
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