Todo lo que hace Sánchez, lo hace mal. O no. Es más o menos como lo de Richelieu, salvando la enorme distancia intelectual: el mal que hace lo hace bien, y el bien que hace lo hace mal.
Otra cosa es que haya un considerable número de masoquistas que lo apoya y luego que tampoco falten los periodistas regados con dinero público dedicados a enredar metiendo por en medio a Leticia y a quien venga al caso.
Juan Carlos I no es tan torpe como Sánchez, y tiene otras virtudes que lo hacen resultar muy simpático. Ha cometido errores muy grandes, a causa de haberse sentido impune, pero los servicios que ha prestado a España y a las empresas españolas son infinitamente mayores que sus errores. Rubalcaba habría sabido reconocer eso, porque tenía talento. De hecho, se procuró y se consiguió la abdicación de Juan Carlos I aprovechando que en ese momento estaba Rubalcaba en la Secretaría General del PSOE y no se tenía confianza en lo que viniera después en ese partido. Ya se ha visto que Rubalcaba tenía razón. Vino después un tipo torpe, mezquino y aficionado a los espejos, pero no a los normales y corrientes, sino solo a aquellos que le devuelven la imagen que le gusta.
Con quien mejor se ha llevado Juan Carlos I de todos los presidentes del gobierno ha sido con Felipe González. Y eso es una injusticia, porque el que mejor defendió su causa y la de España fue Adolfo Suárez.
Felipe González es un tipo mezquino que refundó el PSOE, lo convirtió en un nido de corrupción y se cargó la independencia del CGPJ. En ese PSOE se ha dado el fraude de los ERE, la traición del PSC, del PSE, han surgido Zapatero y Sánchez…, o sea, un fracaso de partido.
Juan Carlos I merece un respeto institucional y el botarate que preside el gobierno no lo ha sabido ver.
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