Con un trol no se debe discutir nunca
porque no tiene como finalidad llegar a un acuerdo, sino que pretende
confundir, ofender, incomodar y causar toda la serie de
inconvenientes que pueda a su víctima.
El trol, además, tiene la ventaja del
incógnito, que le permite decir todas las bobadas e incongruencias
que se le ocurran sin temor al ridículo, porque a la siguiente vez
cambiará el nombre y todo lo que necesite. El catalanismo tiene
repartidos muchos troles a lo largo y lo ancho del mundo digital
español. Están bien aleccionados y con conocimientos técnicos que
les permiten eludir los bloqueos y también dominan el arte de
discutir, en el que, como se ha dicho, no tienen ninguna barrera
moral, ni temen al ridículo. Vestidos de calle y con su nombre real
deben de parecer unos señores.
Los catalanistas, como todos los
nacionalistas, son totalmente antidemocráticos. La democracia para
ellos no es más que un medio para conseguir sus fines. El ideario de
cualquier nacionalista es el siguiente: Ha de conseguir sus
propósitos sea como sea. Si la ley no le permite hacer algo,
cataloga a la ley como mala y dice que hay que incumplirla.
Eso es una torpeza enorme, pero puesto
que el nacionalismo actúa como un virus, quienes están infectados
por él no se dan cuenta.
Esto
es lo que dijo el trol de
los cojines:
«la
"violación" de la Ley por el referendum simulado, tiene
todo el carácter político. Y si la Ley no deja expresarse a la
política, o hay que cambiar la Ley o hay que incumplirla.»
Y
el muy burro pone violación entre comillas.
Los
catalanistas decían, pomposamente, que la política ha de estar por
encima de la ley. O sea, su pensamiento, por llamarle de algún
modo, no tiene nada que ver con la democracia.
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