El pasado 10 de diciembre solicité al
Senado un discurso de Manuel Broseta Pont, y ha sido hoy, en el
aniversario de su asesinato, cuando lo he recibido. Supongo que la
coincidencia se debe al azar.
El discurso comienza en la página 7974 y
está en el número 160.
La banda terrorista ETA consiguió
aterrorizar a toda España y condicionar su vida política. Algunos
impresentables del PNV y de Podemos sostienen que su lucha, por
llamarla de algún modo, era política, y como prueba aducen que sus
atentados no venían en las páginas de sucesos. Claro que no, los
etarras influyeron en la política e incluso posibilitaron la
recogida de nueces de algunos. Sin ETA el PNV no habría logrado
imponerse a los vascos.
El asesinato de Broseta hizo, además, un
daño enorme al Reino de Valencia, que algunos insisten en llamar
País Valenciano, nombre inventado por los catalanistas. Broseta
estaba destinado a convertirse en el presidente de la autonomía
valenciana y su lugar lo ocupó el nefasto Zaplana. Es difícil, por
no decir que imposible, imaginar que con Broseta en la presidencia de
la Generalidad hubiera podido fundarse esa cosa tan ridícula y
onerosa que se llama Academia Valenciana de la Lengua. Nos habríamos
ahorrado el dinero que cuesta el mantenimiento de esa institución
inútil que luego incluyó Camps en un nuevo Estatuto que nadie
pedía.
Existe la pretensión de que nos
olvidemos de ETA, puesto que ya no hace atentados, pero ocurre que
quedan muchos si aclarar y el daño hecho por la banda perdurará
durante mucho tiempo y queda el hecho de que Bildu está en las
instituciones.
Afortunadamente, tenemos a Covite, que
incluso en condiciones de penuria económica, mantiene viva la llama
de la esperanza. Covite, y su presidenta Consuelo Ordóñez, tienen
una fe ilimitada en la justicia, no exactamente en la española, a la
que han detectado numerosos fallos, sino en la justicia en sí misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario