En Valencia, en donde unos cuantos se
conoce que creían en la impunidad (esa diosa a la que tanta gente
adora), la justicia hace su labor de manera imparable. Esto debería
ser un aviso para los que actualmente ocupan las instituciones.
En Cataluña, en donde la corrupción es
mucho mayor, las cosas son diferentes. Allí se incumple la ley, y
además con recochineo y guasa. Si sale imputado Pujol, se dice que
los tribunales españoles no tienen legitimidad para juzgar a ese. El
dinero español es bueno, pero los jueces españoles no. El dinero es
otro dios. El dios dinero y la diosa impunidad campan a sus anchas
por Cataluña. Se conoce que las cosas son más difíciles allí.
Si en el Reino de Valencia se comete una
ilegalidad y actúa la justicia todos aplauden. Si la ilegalidad se
comete en Cataluña son muchos los que aplauden la ilegalidad y
bastantes los que la comprenden.
De hecho, un partido político lleva en
su programa, o por lo menos la exige, una ilegalidad y ha obtenido
más de cinco millones de votos. Hablan de democracia, de voluntad
democrática, de respeto a la democracia, y sus propuestas son
antidemocráticas.
En democracia es fundamental el respeto a
la ley. El respeto a la democracia consiste en respetar la ley. Por
tanto, todos los referéndums secesionistas llevados a cabo en
Cataluña son ilegales y antidemocráticos.
La Audiencia Nacional ha comenzado su
labor con unos cuantos ayuntamientos secesionistas y habrá que
esperar que haga lo propio con los funcionarios que participaron en
el butifarréndum.
Esperemos que la casta política habitual
y la casta política que se le acaba de unir no se inmiscuyan en la
labor de la justicia y que los culpables catalanes, sean veinte o
veinte mil sean tratados con el mismo rigor que Alfonso Rus y otros.
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