El juez José de la Mata recordó a Pujol
su derecho constitucional a declarar en catalán, sirviéndose de los
servicios de traducción de la Audiencia Nacional, pero éste declinó
esta posibilidad y prefirió hacerlo en español.
Esto puede significar que ya no le
resulta de utilidad envolverse en la bandera, a lo que habría que
añadir que si se utilizaran los servicios del intérprete la
declaración duraría el doble de tiempo y que tendría que
aguantarse la risa cada vez.
En todas partes hay gilipollas, eso es
obvio, pero los españoles tenemos ventaja en este aspecto, y eso hay
que reconocérselo a los redactores de la Constitución, puesto que
incluyeron en ella el derecho a serlo. Esta vez Pujol renunció a
este privilegio, pero en otros sí que puede haberlo reivindicado
exigiendo un traductor innecesario que pagamos entre todos, porque
nos sobra el dinero y no tenemos gente necesitada de ayuda, dicho
esto con toda la ironía que se puede imaginar.
Por otro lado, la visión de Pujol en los
juzgados induce a recordar aquella frase suya: «Si tiramos de la
manta nos haremos daño todos.». No parece que haya nadie inquieto
ante la posibilidad de que tire de la manta, ni él tampoco hace
amago de tomar esa medida. También tenemos que UPyD se ha tenido que
retirar de la querella, por falta de fondos, y quizá eso sea una
buena noticia para Pujol y mala para los ciudadanos. Tampoco se ve
que ningún partido, ni siquiera el que pretendía fagocitar a UPyD,
o los que tanto hablan de “regeneración” han ido a asumirla.
Quizá haya que empezar a considerar que
el futuro judicial de Rita Barberá se presenta mucho más sombrío
que el de los Pujol. Incluso puede que aparezcan quienes digan que lo
de la ex alcaldesa de Valencia es más grave.
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