Así lo dicen algunos dirigentes del PSC,
tan obtusos en su manera de pensar que no comprenden que es al
contrario. El PSOE tiene un problema con esas sucursales suyas que
han abrazado algo incompatible con el socialismo, como es el
nacionalismo.
Esta ideología, la nacionalista, tan
perniciosa y nociva no debió ser autorizada. Al hacerlo, se dio pie
a que aparecieran partidos tan regresivos y contradictorios como ERC,
Compromís, Bildu y similares.
El nacionalismo es incompatible con la
democracia, puesto que no considera que deba ponerse al servicio de
los ciudadanos, sino que se pone al frente de ellos para llevarlos a
donde le da la gana, que viene a resultar, indefectiblemente, un
empeoramiento de las condiciones en las que vive la mayoría, y una
mejora para las clases dirigentes.
En el caso de los partidos de izquierda
que abrazan el nacionalismo, en el mejor de los casos, es una
mentira, porque si es socialista no se puede ser nacionalista y
viceversa. Lo que ocurre es que el nacionalismo ha emponzoñado mucho
el asunto que dada la habitual tendencia a mimetizarse
instintivamente con el entorno muchas personas de izquierdas se hacen
nacionalistas sin darse cuenta de que con ello dejan de ser de
izquierdas. Los líderes de los partidos deberían alertar sobre
esta cuestión, pero se conocen que ven muy trabajosa la tarea y
prefieren los votos a conservar las esencias. Pero perderlas pasa
factura, como se va viendo. El PSOE se busca a sí mismo y no se
encuentra, va perdiendo votos por el camino, y ha surgido un partido
de extrema izquierda, Podemos, que azuza sus contradicciones, lo
chulea y trata de fagocitarlo.
A Podemos no le importan sus propias
contradicciones, porque cualquier camino es bueno para conseguir lo
que busca, que no es otra cosa que poder instaurar una dictadura.
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