El presidente de la CEOE es un tipo
acostumbrado a hacer declaraciones que, por lo general, han de gustar
a pocos. Por ello, cabe la sospecha de que haya sido elegido para el
cargo, que debe de estar muy bien retribuido, precisamente por eso (he sido informado de que no percibe ninguna remuneración y lamento que mi supuesto fuera erróneo).
Hace poco había dicho que el trabajo
fijo y seguro es un concepto del siglo XIX y que el trabajo en el
futuro habrá que ganárselo todos los días, como si en el pasado
no hubiera sido igual y lo mismo en el presente. Muchos trabajadores
vuelcan sus ilusiones en las empresas en las que trabajan, a las que
dedican ímprobos esfuerzos y la maldad o impericia de sus
dirigentes, o ambas cosas a la vez, las llevan a la quiebra. Ha
pasado incluso con bancos y cajas de ahorros.
Otra sandez de este caballero fue la de
decir que cuando los españoles votan, nunca se equivocan. ¿Ah, no?
¿Y si votan a Bildu, tampoco? Claro que los votantes, de España o
de cualquier parte del mundo, se equivocan. Para darse cuenta basta
con pensar en que mi voto y el de un simpatizante de ETA valen lo
mismo. Por eso que los votantes se equivocan, Bildu está en las
instituciones, los nacionalistas hacen todo el daño que pueden, que
es mucho, UPyD casi ha desaparecido, Podemos ha obtenido un número
considerable de diputados, y eso costará mucho dinero a España,
Zapatero salió elegido dos veces, cosa que provocó una serie de
catástrofes de todo tipo. Algunos dirán que la victoria de Rajoy es
otro error. Pues no. A la vista de quienes eran sus rivales, hay que
acogerla con alivio. Yo habría preferido que ganara Maneiro, pero
eso era una utopía, tal y como están las cosas.
Que los votantes se equivoquen a menudo
no significa que haya que desechar la democracia, el menos malo de
los sistemas.
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