Comparten la izquierda y el nacionalismo
dos cosas: el odio y la afición a inventar el pasado. Estas dos
cosas son necesarias para los nacionalismo, puesto que sin ellas no
pueden sobrevivir ni cinco segundos, pero deberían avergonzar a los
izquierdistas.
El ideal de la izquierda debe ser otro,
basado en el amor a la verdad y a la justicia universal. Uno de los
bulos más recurrentes de la izquierda española es el que se refiere
a lo ocurrido en 1936. Se presenta el hecho como una rebelión, o
golpe de Estado, de Franco contra el poder legítimamente, y no es
que plantee de forma plana y ausente de matices, es que si alguien
pretende introducir algunos ya es calificado automáticamente de
fascista. Y esa no es una actitud propia de un intelectual, ni de un
investigador, ni muchos menos de un demócrata, pero revela algo más,
puesto que demuestra que no se tienen todas consigo. Si quienes
tienen ese proceder estuvieran seguros de que las cosas fueron
exactamente como dicen no pondrían trabas de ningún tipo a todas
las investigaciones que quisieran hacerse o todos los debates que
quisieran plantearse.
Una cosa es segura, lo que comenzó por
esos días dio lugar a un periodo oscuro, puesto que nos tocó vivir
bajo una dictadura.
No es bueno construir nada sobre unos
cimientos falsos, por lo que conviene averiguar la verdad y que cada
cual asuma su culpa. Stanley G. Payne ha publicado hoy un artículo
con el título ‘Memoria del 18 de julio de 1936’, en el que da
unas claves. Naturalmente que es mejor no quedarse ahí y leer sus
libros sobre la cuestión. Hay que tener en cuenta una cosa obvia:
aquella izquierda no era tan modélica como nos la quieren presentar.
Viendo a nuestra izquierda de hoy, que tiene muchos más estudios, se
comprende eso perfectamente.
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