Según el mapa del olvido quedan 326
asesinatos de ETA por resolver. La banda terrorista, afectada por la
muerte de Fernando Altuna Urcelay, ha comprendido de golpe todo el
daño causado y se ha ofrecido a tratar de paliarlo en la medida de
lo posible, aunque comprende su impotencia en este sentido. Los
etarras han visto que tenían poder para hacer el mal, pero carecen
de él para remediarlo. En vista de eso, y para que se vea que su
arrepentimiento es sincero, va a colaborar en el esclarecimiento de
los casos pendientes y va aceptar las penas de cárcel que
correspondan a los culpables.
Todo el mundo habrá podido darse cuenta
mientras iba leyendo que lo escrito anteriormente es imposible que
suceda, porque ese modo de pensar es propio de personas civilizadas.
Lo que pretende ETA, como de costumbre,
es tomar el pelo a la sociedad española, en primer lugar, porque es
lo propio de seres de su condición y en segundo lugar porque siempre
que lo ha hecho le ha salido bien.
Quizá la sociología pueda explicar este
punto. Mientras lo hace, me permito dar mi parecer sobre la cuestión,
y es la de que el españolito medio está acostumbrado a que el
Estado se encargue de casi todo y no termina de comprender que en
democracia cada uno ha de asumir su responsabilidad individual.
Acabar con ETA era cosa de todos. Y lo
sigue siendo. Hay que exigir a los partidos políticos que hagan todo
lo posible para atrapar y poner a disposición de los jueces a los
etarras, y hay que censurar a todos los que se muestren complacientes
con los terroristas, y sin son políticos negarles el voto.
Un demócrata desea sobre todo que se
cumpla la ley. Y si no es así no es demócrata. Puede decirse que un
demócrata de verdad es al mismo tiempo una buena persona.
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'Historias de la otra razón'
'Por qué España'
‘Búsqueda y desarrollo del talento’
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