- Yo no reconozco la jurisdicción
española. No tengo nada que decir. No voy a contestar.
Carmen Tagle comentó en voz baja a Pedro
Díaz-Pintado: «¡Valiente hijo de puta!».
Josu Ternera debió de oírlo, porque se
volvió le clavó una mirada...que no se me ha olvidado nunca.
Lo anterior tuvo lugar en la cárcel de
Fresnes, en las afueras de París. Cuatro meses después fue
asesinada.
Por muchos homenajes que se les hagan, y
se los hacen elementos que están a su mismo nivel, los etarras son
escoria de la peor calidad. Si tuvieran un sólo átomo de gallardía
darían la cara tras cometer cualquiera de sus atrocidades y
afrontarían las consecuencias. Pero ni siquiera eso. Matan de forma
cobarde, por la espalda o a traición, sin conceder a sus víctimas
ninguna posibilidad y hecho el mal se escaquean de un modo que si
diera tanto asco cabría considerar cursi.
Se enfadó el etarra, porque la fiscal,
ante el absoluto cinismo del etarra (es peor un etarra que una rata,
y quienes rinden homenaje a los de su calaña también), tuvo una
reacción lógica. Si Ternera hubiera sido un ser humano se habría
dado cuenta, pero sólo es un etarra, como Otegui, y como tantos. ETA
ha sacado lo peor de la sociedad vasca y las personas decentes que
viven entre esas escorias han de contener las náuseas todo el
tiempo.
‘Yo no reconozco la jurisdicción
española’. Menuda estupidez. Todos los malhechores podrían decir
lo mismo.
Tenía razón Carmen Tagle, la
legislación española trata de forma benigna a los etarras. Si
hubiera habido cadena perpetua desde el principio nos habríamos
ahorrado muchos asesinatos y no habríamos pasado tanta vergüenza:
el tal Ternera fue miembro del Parlamento Vasco.
Y nada de cadena perpetua revisable. Como
mucho, los condenados a esta pena deberían tener la posibilidad de
solicitar alguna medida de gracia exponiendo méritos reales para
ello.
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