miércoles, 4 de septiembre de 2019

El PP y la corrupción

Solo quedan por enterarse de que la única corrupción que se tiene en cuenta es la del PP los propios integrantes de este partido. Si no fuera así, llevarían mucho cuidado y procurarían no meter las manos donde no deben.
La corrupción que hay en Cataluña es superior a todo lo imaginable, pero sus votantes no se lo tienen en cuenta, porque son masoquistas. En Andalucía ocurre algo similar aunque sin llegar a tales extremos.
Hasta el hipócrita Riverita se ha apuntado al deporte de disparar al PP, Si a Riverita le importara la corrupción y en vista del empeño que puso en fagocitar a UpyD habría asumido todas sus causas y querellas. Porque al partido de Rosa Díez lo hicieron desaparecer, sirviéndose de Ciudadanos para la maniobra, a causa de que su denodado esfuerzo por la limpieza en la política amenazaba con mandar a la cárcel a un número de personajes.
La corrupción se emplea para alentar el odio al PP y los propios políticos peperos colaboran. Esta ‘tradición’, por llamarla de alguna forma, empezó con Felipe González y Alfonso Guerra, el camarero y el cocinero, en definición del segundo y con gran cabreo del primero, y ha sido continuada por Zapatero y Sánchez, con adefesios como ‘la memoria histórica’ y otros.
Por otra parte, Felipe González y Alfonso Guerra obsequiaban con un trato exquisito a
Arzalluz,
que supo reconocer que pasará a la historia como un malvado, y a Pujol, el Muy Honorable, y a ambos los catalogaban como grandes demócratas. El nacionalismo y la democracia son incompatibles. Pueden coexistir si el nacionalismo queda en segundo plano.
Conviene no olvidar el caso Alonso Puerta, expulsado del PSOE por denunciar, dentro del partido la corrupción de éste. En las siguientes elecciones se presentó por otro partido y los votantes prefirieron a los corruptos. Esto ha marcado el devenir de todos los partidos. Excepto el de UpyD.

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