¿Quién
no recuerda las ideas geniales que tenía cuando era ministro
y que tanto dinero nos costaron? En aquella época todavía nos
creíamos ricos y no se lo tuvimos en cuenta.
Hablo
en general, claro. Cuando digo “nos creíamos ricos” y “no se
lo tuvimos en cuenta” me refiero a un nutrido sector de la
población, no a toda.
En
aquel irresponsable gobierno del irresponsable Zapatero había dos
cerebritos. Había más, claro, no nos olvidemos de Leire Pajín o de
Juan Fernando López Aguilar, ni otros que no cito por no alargar la
lista.
En
la actualidad, Gallardón está destrozando lo que queda en pie, tras
el paso de los anteriores, en la Justicia. Yo creo que si viviera
Atila en nuestros días, cualquiera de los presidentes que hemos
tenido, o tenemos, lo hubiera hecho ministro de Justicia. En cambio,
en Interior tenemos a Fernández, que es como si estuviera en él una
hermanita de la Caridad. Hay una gran cantidad de etarras por la
calle.
El
caso es que en aquel irresponsable gobierno del irresponsable
Zapatero, quienes ejercían como cerebritos eran Caldera y Sebastián.
Caldera
no sabe cómo se escribe el grito de guerra ¡Santiago, y cierra,
España!, ni lo que significa. Pero se lo imagina, y lo que supone es
lo mismo que pensó el rústico Sancho
Panza. Con
eso, da lecciones. Quizá
presuma de haber leído el Quijote.
El
otro cerebrito era Miguel Sebastián, que le daba ideas a Zapatero,
quien las ponía en práctica, y a los españolitos de a pie les
costaba un dineral.
Y
ahora vuelve a la carga. Imbuído
de su condición de genio propone lo contrario que las personas
sensatas. Ya
se sabe que genialidad está por encima de la sensatez. Los
sensatos dicen que hay que aplicar la ley a las Autonomías que la
quebrantan y lo que sugiere este genio es suprimir a las que la
cumplen. Los
genios tienen cosas que los del montón no entendemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario