Felipe
González, quizá el dirigente que más poder ha tenido España en
toda su historia se muestra pesimista con respecto al PSOE.
Lo
que ocurre es que Felipe González nunca estuvo a la altura de lo que
se esperaba de él, y ahí le duele. Lo que no le perdonarán nunca
los socialistas que tanto esperaron de él es que no demostrara que
es mejor persona que quienes le precedieron. Sabe que no dio la talla
y que incluso alguien tan inane como Zapatero pretendió enmendarle
la plana. Felipe González se extraña de que haya perdido todo su
ascendiente en el PSOE. Y se duele de que este partido vaya a acabar
mal.
Es
curioso, no obstante, que alguien que ha sido presidente del gobierno
de España, y parecía que por toda la eternidad, y además tuvo una
influencia decisiva en la redacción de la Constitución, no deje
traslucir ninguna duda con respecto a su posible responsabilidad con
respecto a las cosas que tanto le preocupan.
Y
es que da la impresión de que puesto que en España han imperado los
absolutismos y las dictaduras, el infantilismo prima en nuestro país.
Aquí nadie se siente responsable de nada. Llega uno al poder, quien
sea, hace como los niños con los juguetes que les dejan los Reyes
Magos, y luego, si se inunda la casa, no tiene culpa de nada. ¿Por
qué tenía que sentirse culpable de algo Felipe González? ¿Por qué
José María Aznar?
La
cuestión es que no sólo el PSOE está hecho unos zorros y a punto
de desaparecer, como teme Felipe González (¡Felipe, capullo,
queremos un hijo tuyo!, le gritaban), sino que la situación
española, en general, es francamente preocupante.
Felipe
González decía que se preocupaba por los pobres y ahora los pobres
lo están pasando muy mal y algunos que fueron aliados suyos (y
también de Aznar) los están enredando en guerras que no son las
suyas.
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