En
los tiempos que corren triunfa lo visceral; a los argumentos
razonables se les oponen los sentimientos, y quienes los esgrimen no
se consideran obligados a explicar sus razones, ni tampoco si esos
son nuevos o perdurables, simplemente exponen el sentimiento y exigen
que se respete; da igual que la base de ese sentimiento sea el odio.
Ahora,
puesto que estamos en democracia y la gente confunde las churras con
las merinas, hay una corriente de simpatía hacia la mujer que se
tomó la justicia por su mano y dio una muerte atroz al violador de
su hija, que ya había sido condenado a la cárcel, no es que hubiera
quedado impune.
La
gente confunde las churras con las merinas cuando cree que la
democracia consiste en dar satisfacción a los deseos en lugar de
comprender que es asumir la responsabilidad de trabajar por el bien
común, cosa que pasa por el escrupuloso respeto a las leyes.
No
me extrañaría que esos mismos que exigen que se indulte a la
asesina fueran los que piden a las víctimas del terrorismo que
perdonen a los etarras. Y si una de ellas pillara al etarra que le
puso la bomba y le tirara una pedrada que le causara una herida
serían multitudes las que protestarían, alegando que eso es una
salvajada, etc.
Lo
que alega el abogado de la asesina es que padece una enfermedad
incurable, y eso es otra cosa. A Bolinaga se le permitió salir de la
cárcel, con la excusa de que se veía su muerte como inminente, y
así lleva ya un montón de tiempo, 'muriéndose' de bar en bar. Y si
Bolinaga ha salido también podría hacerlo la señora esta, pero
como permiso especial, no indultada.
Cuando
la gente se dé cuenta de que las leyes deben cumplirse, podremos
hablar de democracia. Lo que ocurre ahora es que se buscan excusas, y
cualquiera vale, para no cumplir ninguna.
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