Me
alegré mucho de que nombraran académica de la Lengua a Aurora
Egido. En primer lugar, porque es lingüista. Es que en la RAE
abundan los académicos que son usuarios de la lengua, como dice
Pancracio Celdrán Gomariz, y no expertos en la Lengua.
El
hecho de ocupar un sillón en la RAE antes era una responsabilidad y
ahora es un premio que se da a quienes hacen 'méritos'.
Es
bueno que accedan lingüistas a la RAE, como es el caso del ya citado
Pancracio Celdrán Gomariz y el de la nueva académica.
Pero
es que la alegría es doble porque además de lingüista el nuevo
miembro es mujer. No es que me alegre de que acceda al puesto una
mujer, es que me alegro de que se haga justicia. Hay demasiados
hombres en la RAE, y quizá los méritos de algunos son dudosos, y
muy pocas mujeres. De modo que si accede una mujer, y accede de forma
justa, es de justicia alegrarse, aunque no me extrañaría que
hubiera quien no.
Lo
que ocurre es que el discurso de la nueva académica fue contestado
por Pere Gimferrer. Y dijo esto: «la mejor estudiosa del Siglo de
Oro». ¿Qué necesidad tenía de ofender? Podría haber dicho: «Una
de las personas que mejor conoce el Siglo de Oro», y hubiera quedado
como un rey. Pero dijo «la mejor estudiosa». Los «estudiosos»
no se sienten concernidos. No les afecta. ¿Es consciente Pere
Gimferrer de que Rosa Navarro Durán lo sabe todo sobre el Siglo de
Oro? Un gran poeta puede ser también un gran patán. No saber cuidar
las formas y los detalles es la marca de las gentes de este jaez.
En
un discurso de esta naturaleza no hay ninguna necesidad de ofender,
molestar o desdeñar a nadie. Sólo una persona descuidada puede
incurrir en este error.
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