Supongo que a los catalanes les dará
asco ver a Bildu en la Diada y saber, además, que organiza un acto
en Pamplona en su apoyo. Pero es que a los catalanes les debería
molestar la Diada misma, porque cuando se conmemora una derrota las
intenciones no pueden ser buenas.
Es obvio, por otra parte, que cuando digo
catalanes me refiero a aquellos que son respetuosos con las leyes y
con el resto de los españoles, sean independentistas o no. El
independentismo es una opción legítima, aunque no tenga sentido,
que no lo tiene, si se trata de conseguir a través de las vías
reglamentarias.
Un buen número de los habitantes de
Cataluña no respeta las leyes, ni al resto de españoles, o sea que
son antidemócratas. Habrá que denominarlos de algún modo que
permita distinguirlos de los demócratas. La palabra catalufos va
tomando fuerza. El catalufo mayor, el grandísimo cretino al que
buena parte de los españoles le desea que el Estado se haga cargo de
él y le proporcione alojamiento en régimen de pensión completa,
durante una buena temporada, es Arturo Mas, el hombre que ha causado
un daño grande a Cataluña y también a España. No es extraño que
Bildu se solidarice con estos tipos.
El nacionalismo es una de la ideologías
más perversas y peligrosas y algún día Felipe González tendrá
que darse cuenta de la burrada que hizo al apoyarlo con tanta firmeza
durante el periodo constituyente. Ignoro si José Borrell, al que los
nacionalistas temen mucho, lo ha comprendido, pero es posible que sí,
aunque no creo que lo diga.
Sin los nacionalistas, Cataluña sería
hoy la región más rica de Europa, o estaría camino de serlo. Con
los nacionalistas, se ha empobrecido y esto es patente.
Las cuentas que hacen con respecto a una
hipotética independencia son ilusorias, porque nada sería igual. No
hay ninguna base para hacer cálculos. La ruina estaría en el
horizonte.
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