jueves, 24 de septiembre de 2015

Trifulca en la Iglesia

Quizá la empezó Cañizares, pero más en condición de nacionalista -en este caso, español- que como jerarquía católica. Se ve que le ha contestado un obispo cantamañanas en su condición de nacionalista catalán.
Y este es el meollo de la cuestión. La Iglesia debería estar totalmente al margen de la política y además de eso ninguno de sus miembros debería ni siquiera simpatía alguna por los nacionalismos, totalmente opuestos a la doctrina católica. Los clérigos o monjas nacionalistas deberían abandonar los hábitos e incluso la religión. Una ideología que predica el odio al distinto no debe ser aceptada. Este papa actual, que parece que nos haya caído en una rifa, es tibio en este aspecto. Con los cubanos ha sido cruel. En otras ocasiones ha sido, simplemente, estúpido. Poco se puede esperar de él.
El obispito ese de Solsona ha contestado a Cañizares. Se da el caso de que al aterrizar en la sede empezó teniendo una postura correcta. Era absolutamente antinacionalista. Pero cayó del burro, no del caballo como el otro, y se hizo nacionalista. Seguramente, cuando era antinacionlista no iba nadie a misa y ahora que sí lo es se llenan los templos y, sobre todo, los cepillos.
A la jerarquía eclesial no le ha sentado nada bien todo esto, pero no porque el nacionalismo sea una ideología 'intrínsecamente perversa', como dice la iglesia de otras. De hecho, en la iglesia hay cardenales, arzobispos, obispos, curas, sacristanes, monaguillos, monjas, hermanas y madres superioras, y monjas de clausura, que son nacionalistas. O sea, que la Iglesia tiene la peste en su seno. Lo que temen las jerarquías, y se puede aventurar que es esto, puesto que permiten la peste en su interior, es que todos estos movimientos inquieten a 'sus clientes' y pierdan algunos, con la consiguiente merma económica. Porque si no van a misa, tampoco pondrán la X.


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