domingo, 18 de diciembre de 2016

El lapsus de Rajoy

No es el único, claro, pero los demás, salvo que se me haya escapado alguno, no tienen la consistencia de este que se refiere a las próximas elecciones.
Y es que algunos parecen creer que una vez resuelto el problema de no aparecer ante la opinión pública como los responsables de que se llegara a unas terceras elecciones ya pueden volver a las andadas.
El PSOE sintiendo en sus carnes el mordisco del nacionalismo, al que le abrió la puerta al inicio de la democracia y no ha cesado de crecer en su interior, y ahora, definitivamente huérfano de ideología, reconoce que su discurso se basa en el odio, exactamente igual que el de los nacionalistas, pero Alfonso Guerra dice que bien, pero que hay que poner algo más, olvidando que ese algo más ya estaba, y es la cara forrada de piel de vaqueta, también presente desde sus inicios. En el PSOE hay elementos que no deberían estar en el partido, bien por su cercanía a ETA, bien a los secesionistas catalanes.
Lo de recuperar lo que debió ser su esencia y no lo ha sido nunca no está en la agenda del partido; sí lo está lo de culpar a Franco de lo que el propio PSOE hace mal. Susanita también patina que es un primor.
Ciudadanos tiene un caudillo que pide primarias a los demás, y también unos cuantos caraduras en su seno. La auténtica transversalidad de la política española es la cara dura.
A Rajoy le convenían unas terceras elecciones y también le conviene adelantarlas ahora. Sus rivales consiguieron evitar que se llegara a esas terceras, pero si ahora se duermen en los laureles le darán pie para que se decida a adelantarlas. De modo que les conviene ir haciéndose a la idea de que lo primero es contribuir a la gobernación. Luego de eso, si consiguen que funcione, ya pueden pensar en otras cosas.


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