No es el único, claro, pero los demás,
salvo que se me haya escapado alguno, no tienen la consistencia de
este que se refiere a las próximas elecciones.
Y es que algunos parecen creer que una
vez resuelto el problema de no aparecer ante la opinión pública
como los responsables de que se llegara a unas terceras elecciones ya
pueden volver a las andadas.
El PSOE sintiendo en sus carnes el
mordisco del nacionalismo, al que le abrió la puerta al inicio de la
democracia y no ha cesado de crecer en su interior, y ahora,
definitivamente huérfano de ideología, reconoce que su discurso se
basa en el odio, exactamente igual que el de los nacionalistas, pero
Alfonso Guerra dice que bien, pero que hay que poner algo más,
olvidando que ese algo más ya estaba, y es la cara forrada de piel
de vaqueta, también presente desde sus inicios. En el PSOE hay
elementos que no deberían estar en el partido, bien por su cercanía
a ETA, bien a los secesionistas catalanes.
Lo de recuperar lo que debió ser su
esencia y no lo ha sido nunca no está en la agenda del partido; sí
lo está lo de culpar a Franco de lo que el propio PSOE hace mal.
Susanita también patina que es un primor.
Ciudadanos tiene un caudillo que pide
primarias a los demás, y también unos cuantos caraduras en su seno.
La auténtica transversalidad de la política española es la cara
dura.
A Rajoy le convenían unas terceras
elecciones y también le conviene adelantarlas ahora. Sus rivales
consiguieron evitar que se llegara a esas terceras, pero si ahora se
duermen en los laureles le darán pie para que se decida a
adelantarlas. De modo que les conviene ir haciéndose a la idea de
que lo primero es contribuir a la gobernación. Luego de eso, si
consiguen que funcione, ya pueden pensar en otras cosas.
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