El caso es que tres sindicatos
acostumbrados a recibir cuantiosas subvenciones se han unido para
exigir que para ser funcionario en el Reino de Valencia sea
obligatorio saber valenciano. Conviene aclarar que ellos llaman
valenciano para Batllori era el catalán de Barcelona, un dialecto
infame e infecto.
Estos sindicatos alegan que esta es una
reivindicación histórica de la izquierda y dan a entender que ahora
que los catalanistas copan las instituciones es el momento de sacarla
a la luz.
No aclaran la relación que hay entre
izquierda y catalanismo; es evidente, pero falta explicar por qué se
produce, dado que sobre el papel nacionalismo e izquierda son incompatibles. Tendrían
que explicar estos sindicalistas si es que realmente son
nacionalistas, pero se dicen de izquierdas para engañar al personal.
Otra posibilidad sería que aquello que les acerca a los catalanistas
sea la vocación totalitaria, tan propia de los nacionalistas y de la
extrema izquierda. Entonces estos sindicatos no serían de
izquierdas, como pregonan, sino de extrema izquierda.
Lo que sí se entiende es que los
sindicatos dependan mucho más de las subvenciones que de las cuotas
de sus afiliados, porque si en lugar de defender los derechos de los
trabajadores, optan por imponerles obligaciones estrambóticas y
perjudiciales para sus intereses se entiende que el personal no desee
pagarles nada.
Conocida la idiosincrasia de los
sindicatos, cabe preguntarse si el hecho de que hubiera tantísimos
liberados sindicales, y menuda vida que se pegaron algunos, no
coadyuvó a que hubiera crisis. También, y dado de que disponen de
excelentes economistas que vislumbraron con antelación el estallido
de la burbuja inmobiliaria, que dejó en la calle a tantos
trabajadores, no hicieron nada por evitarla, ni alertaron de que
venía. Y no hay que preguntarles sino recordarles que no se sumaron
a las querellas de UPyD contra Bankia, ni dijeron ni pío en ninguno
de los casos equiparables a ese.
No hay comentarios:
Publicar un comentario