lunes, 16 de enero de 2017

Apuñalan a la hija de una etarra

Hay una corriente de pensamiento un tanto ilusa que considera que la educación lo resuelve todo.
Sólo puede ser esa manera de pensar la que orientó a los legisladores españoles que decidieron que las penas de cárcel han de estar orientadas a la reinserción. Querían ser más buenos que los buenos y con esa intención premiaron a los malos. Aparte de que considerar que la educación ha de servir para más cosas de las que le corresponden es desvirtuarla.
Es una realidad que no se puede desconocer que hay muchas personas que han disfrutado de todas las facilidades que puede ofrecer la vida, yendo a los mejores colegios y adquiriendo habilidades prodigiosas en el campo de las ciencias o en el de las artes y a pesar de todo eso han optado por el mal. Muchos de ellos han acabado en la cárcel y ninguna técnica de reinserción ha servido para volverlos al buen camino, salvo escasas excepciones.
Ese tope de los 30 años de cárcel, más la posibilidad de reducir condena, la mayor parte de las veces con trampa, sirve para que los etarras y sus cómplices se burlen de la sociedad española y la chuleen.
La madre de la chiquilla apuñalada es una etarra, o sea, una bestia sanguinaria. No es de extrañar que se casara con otra bestia sanguinaria, y la propia hija ha pagado las consecuencias.
Cualquier día los vitorearán a los dos, al padre y a la madre, esos animales que andan sueltos por el País Vasco haciendo la vida imposible a las personas que viven allí y que han optado por la decencia. Supongo que dará asco entrar en un bar y escuchar ciertas conversaciones, ese interés por disculpar a los pobrecitos etarras que se lo están pasando muy mal tan lejos de sus madres, sus santas madres, cabría decir. Y si no, que se lo pregunten al obispo. Quizá no vitoreen al padre, porque no es de la raza de Sabino Arana.

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