El muro que proyecta Trump es una
vergüenza para cualquier persona civilizada. No conforme con
anunciarlo, añade, multiplicando la grosería, que lo pagará
México.
Esta reencarnación de Hugo Chávez, que
ahora gobierna en Estados Unidos, se cree que con ello humilla a los
mexicanos, pero sólo un patán superlativo puede pensar así, porque
lo que hace es humillar a su propia nación.
Es posible que muchos de los que lo han
votado estén satisfechos con sus bravatas, faltas de respeto y
acciones claramente nefastas, pero deberían pensar que el auténtico
pueblo norteamericano al que debería honrar es el compuesto por los
Sioux, los Apaches, los Cherokees, los Cheyennes, los Arapajóes, los
Navajos, etc.
Pretende Trump reducir el gasto público,
y una de la primeras medidas es un gasto inútil, en un momento en
que el flujo por las fronteras es muy bajo, de donde se desprende que
su propósito es el de llevar a cabo un gesto más nacionalista que
patriótico destinado a enardecer a fanáticos y retrasados mentales.
Trump, que está acostumbrado al juego
sucio, como recuerda Cristina Losada en su artículo de hoy, con la
intención de devolver a los Estados Unidos la posibilidad de actuar
con la prepotencia de antaño, los llevará al momento más bajo de
su historia, si lo dejan seguir adelante con sus despropósitos.
No se trata de que sea republicano o
demócrata, de derechas o de izquierdas, sino que no tiene educación
ni vergüenza, principios ni valores, moral ni ética; lo único que
tiene es dinero; y está al mando de la nación más poderosa.
Se cree que las cosas se pueden arreglar
dando puñetazos en la mesa y haciendo trampas a todos. Le va a pasar
igual que a Zapatero en España; cuando sus votantes empiecen a
olfatear el aroma de la ruina le volverán la espalda.
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'Por qué España'
‘Búsqueda y desarrollo del talento’
'Filosofía, teología y el sentido de la historia'
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