miércoles, 12 de julio de 2017

La Universidad de Barcelona se suma al ridículo

¿Cómo puede ser que una universidad que, como todas las universidades, debería ser un centro de cultura en el que primasen la educación, el civismo, el buen gusto y la curiosidad científica pueda adherirse al proyecto más ridículo e inmoral jamás conocido?
Pues porque está en manos de los nacionalistas y está por ver que éstos hayan hecho algo bien en algún momento de su recorrido histórico.
Que el nacionalismo es incompatible con la democracia y hasta con la izquierda es obvio y puede darse cuenta cualquiera que se detenga unos instantes a meditar sobre el asunto. Que el nacionalismo allí donde se implanta hace más daño que un cerdo suelto, como dicen en Valencia, está fuera de toda duda. Sus resultados se ven. Casi mil muertos en el País Vasco y Cataluña, que había llegado a ser la región más próspera de España, ya lleva tiempo en declive. De ser un centro cultural de primer orden durante el franquismo y luego con Tarradellas, ha pasado a tener un clima asfixiante para quienes no comulgan con ruedas de molino.
El simple hecho de que la universidad de Barcelona tome en consideración eso que tan pomposamente se conoce como Pacto por el Referéndum, y que seguramente le parece muy digno a Juliana, ese que pudo ser un gran periodista si no le hubieran inyectado nacionalismo en vena, ya viene a indicar que la única seriedad de la que puede presumir esa universidad es la asnal.
¿Cómo pueden los señores de esa universidad saltarse a la torera todas, todas las normas y todos los procedimos? ¿Cómo pueden desconocer que todo eso es ilegal y que al día siguiente pueden encontrarse con una serie de denuncias, que no es que hay derecho a poner, es que es una obligación moral ponerlas? Si no hubiera denuncias o fueran pocas quedaría patente que impera el miedo y que la opresión es grande.


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