A la alcaldesa de Madrid no le importa
afear la fachada de su ayuntamiento con la pancarta ‘Refugees
Welcome’, a pesar de que el asunto de los refugiados no es de su
competencia.
Por otra parte, le niega la pancarta a
Miguel Ángel Blanco con una excusa que no se cree ni ella.
Quizá le resultara más fácil
excarcelar etarras, o darles permisos carcelarios cuando podía
hacerlo que mostrar simpatía a sus víctimas. De hecho, sus ideas
sobre el terrorismo y los terroristas son bastante peculiares.
Por supuesto que a todas las víctimas
del terrorismo les conviene el homenaje a Miguel Ángel Blanco. Su
secuestro y posterior asesinato sirvió para despertar a una sociedad
adormecida en este aspecto y poco proclive hasta el momento a dar la
cara frente al terror para cambiar de actitud y salir en
manifestación en toda España. Tal fue la presión ambiental que
hasta el PNV tuvo que hacer el paripé y se llegó a temer que las
multitudes arrasaran algunos de los antros que frecuentaban los
proetarras. Aunque luego el ex jesuita le dijo a Carlos Iturgaiz que
ellos, los del PNV, ya sabían lo que tenían que hacer. Poco después
tuvo lugar el Pacto de Estella.
Con el homenaje a Miguel Ángel Blanco en
el vigésimo aniversario de su asesinato se pretende, al mismo
tiempo, revitalizar aquel Espíritu de Ermua que tanto bien hizo a la
sociedad española y tanto daño a la banda terrorista y sus
cómplices más o menos camuflados, más o menos cínicos, más o
menos dañinos.
No creo que a Arzalluz le guste que se le
haga este homenaje, ya se va viendo que a Carmena tampoco le hace
mucha ilusión y a sus amigos de Podemos mucho menos. Bastante
disgustados están ya con la liberación de Leopoldo López para que
ahora tengan que ver el homenaje a Miguel Ángel Blanco. Por otro
lado, tampoco consta que los refugiados le hayan agradecido a Carmena
sus buenas intenciones hacia ellos.
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