jueves, 21 de marzo de 2019

No a las armas de fuego

Al parecer, Santiago Abascal ha hecho alguna propuesta sobre las armas de fuego, aunque luego Rocío Monasterio la ha matizado alegando que en realidad se trata de poder tener un cuchillo jamonero en casa, cosa que ya, salvo error por mi parte, es posible.
En lo que a mí respecta, jamás tendría armas de fuego en casa, excepto si me desplazara a vivir en una zona deshabitada y susceptible, por tanto, de sufrir algún asalto.
Tener un arma de fuego es una tentación que no todo el mundo sabe resistir. En mi caso prefiero no tener que hacer que hacerlo. Un cuchillo, jamonero o de cualquier otro tipo también lo es, pero mentalmente se les relaciona más con las cosas de comer. En cambio, un puñal o un arma de fuego están hechos específicamente para matar.
En lo que sí que estoy de acuerdo es en que las leyes deberían proteger más la propiedad privada y fundamentalmente el hogar. Quienes ocupan ilegalmente una casa deberían ser desalojados inmediatamente y puestos a disposición del juez, para que les hiciera pagar, en efectivo o con duras penas de cárcel, los daños causados en la vivienda que hubieran ocupado.
El fenómeno ocupa ataca directamente a la civilización y no hay más que ver que los políticos que lo defienden procuran que no les pueda pasar a ellos. Es decir, son muy cínicos. Saben que están haciendo mal y se cubren para que no les alcance lo que procuran para otros.
Los asaltos a los domicilios y la legítima defensa de los dueños, si se hubiera producido, también deberían tener una normativa clara y a la vez disuasoria. La pena por agredir, lesionar o matar a alguien en su propio domicilio debería ser la máxima en cada una de las categorías. Quien se hubiera defendido de un ataque en su casa debería disfrutar de todas las eximentes. 

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