viernes, 3 de enero de 2020

La ingenuidad de Arrimadas

Rosa Díez fue una de las participantes en ‘1978. El año en que España cambió de piel’. Otra persona y yo debatimos sobre distintos acontecimientos de aquel año, con remate en la Constitución. Al final de cada una de las cuestiones pedimos opinión a dos personajes. Veintisiete en total, dieciocho de ellas mujeres. Ella lo hizo sobre el asunto de las Autonomías. Amparo Zaragozá (q.e.g.e.) da información de primera mano sobre el Guernica.
Cuento esto porque como consecuencia me llené de amigos de UPyD, de muchos de los cuales desconocía su existencia con anterioridad. Desmantelado el partido, casi todos desaparecieron como habían llegado y los que me quedan ahora prácticamente son los mismos que ya tenía antes. Es decir, hasta este partido que alardeaba de ideales y principios sólidos estaba lleno de arribistas, muchos de los cuales se pasaron rápidamente a Ciudadanos en pleno acoso de los medios a UPyD. Nada de cerrar filas con la dirección para ayudarla a resistir los injustos ataques y traiciones.
Y ahora, Arrimadas, que ya lleva suficiente tiempo en el partido como para saber de qué pasta está hecha la clase política se ha atrevido a intentar convencer a unos cuantos del PSOE, un partido en el que desde aquellos primeros tiempos el que se mueve no sale en la foto. Ahora, con el caudillo Sánchez, todavía es peor. Quizá Arrimadas haya querido hacer el intento únicamente con el fin de ganar votantes, pero no se da cuenta de que juega con gente ignorante, pero aviesa.
No hay ni un atisbo de democracia en ninguno de los partidos que conforman el nuevo gobierno que amenaza caer sobre nosotros como una pesada losa, mientras millones de futuros parados celebran con gran alegría el acontecimiento. Arrimadas podría haberse fijado no solo en las gentes de su partido, sino también en lo que sucedió con Alonso Puerta cuando intentó frenar en sus inicios la corrupción que luego ha asolado España. 


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