Aznar es uno de esos tipos tan pagados de sí mismos que no necesitan abuela. Es incapaz de hacer la más leve autocrítica y no tolera que le lleven la contraria. No se resigna a dejar de influir en todos los sitios en que pueda y da la impresión de que se ha dotado de instrumentos para seguir ejerciendo su dominio.
El caso es que algunos dicen que es el mejor presidente de la democracia, y se lo cree. A pesar del daño que ha hecho. El menos malo ha sido Rajoy. Y se puede afirmar eso porque los nacionalistas piden, piden y piden, y se les ha ido dando. Sobre todo, por parte de Aznar. Al llegar a Rajoy, ya no había nada que dar. Se les había dado todo. Es por eso que fue el menos. No pudo darles nada, porque no había. Si hubiera habido, sí que les habría dado. Lo de Sánchez es fuera de concurso. Sánchez es capaz de todo con tal de tener el culo pegado a su poltrona. Los que estén cerca de Sánchez no deberían estar tranquilos, porque a saber de lo que es capaz si lo considera necesario para cumplir un capricho.
Surgió un partido, que se llama Vox, en el que había honorables víctimas del terrorismo, como Ortega Lara. Y eso a Aznar no le supo bien, y culpó a Rajoy. El modo de discurrir de Aznar es raro, tirando a prepotente.
Vox, cuyo respeto por las víctimas del terrorismo es mayor que el del PP, para diferenciarse de este partido, ha optado por la vía nacionalista.
Lo sitúan en la extrema derecha, los de la extrema izquierda, en clara práctica del juego sucio, porque si lo catalogan como nacionalista, se le puede echar en cara que compadreen con unos nacionalistas y no con otros.
La moción de censura era una oportunidad para evitar la ruina de España. Quizá Aznar haya impuesto el interés del partido.
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