El rencor de Casado

 

Este titular de Rosa Díez: «Cuando ves a Casado atacar en lo personal al que ha presentado una moción de censura te das cuenta de su debilidad». En la Opinión da cuenta de que buena parte del discurso de Abascal no puede ser asumido por el PP, pero esto debió tratarse antes entre los dos partidos, porque si desde el principio Casado hubiera optado por colaborar, en beneficio de España, se habrían podido explorar todas las posibilidades, como la de proponer un candidato que hubieran aceptado los socialistas decentes, quizá uno de ellos, y se habrían consensuado los discursos.

La generosidad es una prerrogativa humana sin la cual es imposible la supervivencia de la especie. No está muy generalizada, sino repartida con cuentagotas. No obstante, esas pocas personas han venido siendo suficientes para llegar hasta aquí. Ahora bien, parece claro, a la vista de su proceder, que no es Casado uno de esos seres humanos dotados con esta cualidad bendita, imprescindible, sin ir más lejos, para ejercer el liderazgo.

Un líder es alguien al que, quienes lo hacen, le siguen porque confían en él, en su desprendimiento, en su voluntad para servir al bien general. El liderazgo de Casado se parece más al de Sánchez. Pone el egoísmo como bandera y no está dispuesto a compartir el bocado con nadie, ni a dejarse acompañar en la aventura. Siente rencor hacia Vox, porque cree que le quita votos, pero eso no es cierto, los votos no son de nadie, son de los electores.

Si Vox pudo surgir fue precisamente a causa de los titubeos ideológicos del PP. Y de su desinterés hacia las víctimas del terrorismo. Lo que cabe en el lugar del odio y el rencor es la autocrítica, que sólo puede hacer la gente generosa.

Pensábamos que toda la mezquindad estaba en el gobierno y sus socios. Menuda decepción.

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