Hace algún tiempo, pero ya bajo el mandato de Chimo Puig (mi teclado no tiene x y el dígrafo ch es más valenciano) se habilitó en Valencia el Observatorio de la Corrupción, o quizá el nombre del invento fuera otro, pero el resultado se intuye o se sabe de antemano: otro asalto a la cartera de los valencianos, como si no pagáramos bastantes cosas que no sirven para nada bueno.
Esa nueva oficina que pretendía combatir la corrupción, comenzó consolidando categorías nuevas, o sea, subiendo el sueldo para siempre, a algunos funcionarios y quizá contratando a otros. Este nuevo instrumento que se procuró el catalanista Puig, que a lo mejor lleva una márfega debajo del peluquín, pronto pasó al olvido, porque empezaron casos de corrupción de los socialistas valencianos. De donde se deduce que, en realidad, ese invento era una oficina de publicidad anti PP pagada con dinero público.
Ahora nos salen con una obra de teatro, subvencionada por la Diputación, en la que se insulta gravemente al papa. Esto es corrupción de la gorda, señor Puig. Una cosa es que un promotor teatral apueste su dinero en obra de teatro, arriesgándose a que no vaya nadie a verla, o no tenga suficientes espectadores para recuperar su inversión, e incluso a que le pongan una denuncia y los juzgados estimen que la obra excede los límites de la libertad de expresión y le impongan un castigo, y otra muy distinta que con el dinero de todos se insulte gravemente a un líder mundial.
Si Chimo Puig, o el presidente de la Diputación, tienen algo contra el papa, deben decirlo en su condición de ciudadanos, al margen de los cargos que ostentan, ya se ve que sin tener categoría moral para ello. Es ridículo que se escondan tras un autor teatral. El dinero de los valencianos debería utilizarse para cosas serias y no para imbecilidades. Y no hacen otra cosa.
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‘El Parotet y otros asuntos’
‘Diario de un escritor naíf’
‘Yo estoy loco’
‘Valencia, su Mercado Central y otras debilidades’
‘1978.El año en que España cambió de piel’
‘Tránsito en la mirada’
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