La responsable es una señora tan aparentemente frágil como María Corina Machado, de la que algunos dicen que no habían oído hablar nunca. Pues desde su escondite consiguió tener espías en 30000 mesas electorales, que se jugaban la vida y algunos la perdieron, se jugaban las espaldas, se jugaban todo.
Ella había pasado por todo eso anteriormente y en esos tiempos estaba arrinconada y menospreciada. Iban dando los resultados de las mesas electorales y cuando se dieron cuenta ella llevaba ya una ventaja insoslayable. Maduro quiso repetir todo, pero no había manera ya. Se habían celebrado las elecciones y había ganado ella. ¿Y ahora qué? Por más maniobras que ha hecho el monstruo no ha habido nada que hacer. Él quería que Corina hubiera puesto de nuevo .ese número de testigos, lo cual era condenarlos a morir en las garras del monstruo. Y no. Habían ganado las elecciones y lo sabían.
Este señor, ahora aliado de Corina, y quizá antes también, pero un poco menos, tampoco hizo comentarios con respecto a un héroe, donde los haya, Navalny, sobre cuya sombra pasó de forma olímpica, ni los tuvo con un héroe de guerra polaco. Cállate, hombre pequeño, le dijo Elon Musk -entonces amigo de Trump-, a Radoslaw Sikorski. A Navalny le metió una bronca de mil diablos. Ellos pueden jugar con ventaja con la gente que tiene la obligación de callar, salvo Navalny, que estaba muerto y de estar vivo no habría dicho nada, porque para qué.
Trump los tiene a todos bailando a su compás, cambiando la música cuando le conviene y sin que nadie, por ahora, tenga nada que alegar. Solo Sánchez, que intenta perjudicar a los españoles del modo más atroz que le sea posible. Y es tremendo que el PSOE no reaccione de una vez por todas. Vamos a ver qué dice Zapatero, que también está en la lista de Trump.
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