El mes astut, le dicen. Pero toda esa
astucia de la que hace gala y presume la emplea contra los propios
catalanes. A todos, catalanes y catalufos, los lleva hacia el
desastre.
Cataluña se enriqueció dentro de España
y lo hizo mediante el viejo truco de recurrir al lloriqueo. El que no
llora, no mama. Suponer que Cataluña fuera de España se habría
enriquecido igual es mucho suponer, aunque si de algo pueden presumir
los catalufos es de tener una gran tendencia a la quimera. Esto no es
ninguna exageración. Quimeras que no se cree ni un niño de dos años
encuentran su asiento allí. También encuentran su acomodo algunos
animales vociferantes, como se puede comprobar en los numerosos
vídeos que causan el asombro de quienes no están familiarizados con
el caso.
Cataluña se enriqueció dentro de España
y, bajo la batuta de ese gran astuto, busca empobrecerse. Costará
mucho tiempo y mucho esfuerzo recobrar la normalidad en las
relaciones familiares y amistosas que el nacionalismo, siempre tan
destructivo, ha roto.
Son 200 familias, los de la çeba les
llaman, las que controlan todo en Cataluña. Ellas son las que han
fomentado ese nacionalismo, porque les beneficiaba a ellas sobre
todo, a esas doscientas familias, que ante estallido del sistema
podrán a salvo sus dineros, que ya son muchos, y el quebranto
económico recaerá en su totalidad en esas masas que ellas mueven.
El gobierno de Rajoy ha concedido más
financiación a Cataluña que a ninguna otra autonomía.
Aparentemente, Rajoy se ha bajado los pantalones ante Mas. En
realidad, Rajoy le ha dado a Mas el dinero de los españoles en la
seguridad de que no sabrá qué hacer con él; es decir, dado que es
un inútil y un incompetente, lo utilizará mal, y Cataluña
proseguirá su declive, mientras que otras Autonomías con menor
financiación progresan.
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