Cualquiera
que no esté loco de atar sabe que la obligación de cualquier cuerpo
policial consiste en hacer que se cumpla la ley.
El
hecho de que durante mucho tiempo los sucesivos gobiernos españoles,
a causa de mezquinos intereses electorales, hayan permitido que unos
tipos impresentables, llámense Mas, Montilla, Maragall, o Perico de
los Palotes la vulneren día sí y día también no impide que en un
momento dado alguien diga que el juego se ha terminado y ordene que
se meta en la cárcel a unos cuantos.
A
lo mejor, si metieran en la cárcel a Mas, Fainé respiraría
satisfecho, y
Gabarró podría recordar con nostalgia aquello de "Hoy
ponemos el semen y dentro de nueve meses tendremos la criatura";
si
no hubiera estado por en medio CiU quizá le hubiera salido bien la
jugada. O el acto de poner el semen.
La
cuestión es que los Mozos de Escuadra, si el gobierno, ¡por fin!,
está en su sitio, no tendrán más remedio que ganarse el sueldo que
perciben gracias a la Constitución que
han jurado defender.
Hay
un sujeto, que se llama Alberto Batlle, que les hace la pelota a
quienes le han nombrado, porque sabe que si ellos van al sitio que
les corresponde a él se le acaba el chollo.
Este sujeto, Alberto Batlle, es el director de los Mozos de Escuadra
(espero haber traducido bien el nombre).
El
caso de los Mozos de Escuadra es diferente del suyo, porque él se
juega su chollo, pero ellos su porvenir. Es decir, si Rajoy decide
hacer cumplir la ley, los que no le obedezcan pueden ir al paro, o
quizá a la cárcel.
Alberto
Batlle, como Arturo Mas, también merece la cárcel. Sólo falta que
Mariano Rajoy decida dar el paso. De cualquier modo, Cervantes dejó
escrito que más vale merecer que alcanzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario