Ignoro si existe Dios. Supongo que si
existiera y quisiera que lo sepamos se habría mostrado de forma
inequívoca. Si existe y no se muestra es porque quiere que, al
menos, dudemos. Aunque también existe la opción lógica de creer
que no existe.
La Ciencia ha dicho que Dios no es
necesario para la formación del Universo, de modo que cada cual debe
orientar su vida sirviéndose de su criterio. No parece aconsejable
seguir unas normas dictadas por no sé quién, sino que eso que
llamamos conciencia debe ser la mejor guía.
El ser humano está dotado de imaginación
y con ella ha imaginado a un ser perfecto, que sería Dios. No hay
nada de malo en ello. Ni el hecho de que lo haya imaginado prueba
nada. También ha imaginado al unicornio. Lo que ocurre es que Dios
posee unos valores de los que el unicornio y otras especies
imaginadas carecen.
Sobre esta idea de Dios se han fundado
religiones y dentro de ellas abundan más los fanáticos que los
creyentes. En lo que a mí respecta, he de reconocer que ignoro si
todas las religiones tienen como finalidad el cultivo del espíritu
humano, impulsándolo a hacer el bien, aunque sospecho que algunas
pueden ser sectas, y tengo la impresión de que todas pueden usadas
como instrumentos de dominio, y esto último es algo que las
sociedades civiles deberían vigilar.
En España, y hoy por hoy, abundan más
los católicos, y entre ellos el ministro ese que dice que tiene un
ángel que le ayuda. Y además sabe que ese ángel se llama Marcelo.
Estos creyentes que el cielo les favorezca a ellos sobre otros
demuestran que en realidad son unos egoístas de tomo y lomo. Hace
algunos años, un niñato que escribe muy bien también dijo algo
parecido: Dios le había ayudado en algún punto que le interesaba
mucho. ¡Ah!, podrían haber dicho Elvira, Marcela o cualquier otra
de las muchas en el mismo caso: ¿Y por qué no ha salvado a mi hijo?
Ese Dios en el que creen ese ministro y
el niñato citado es seguro que no existe.
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