Sé que él escribe su nombre de otro
modo, pero a mí, como valenciano, me gusta el sonido rotundo del
dígrafo ch. Cuando fui a Madrid por primera vez era jovencísimo y
lo primero que llamó la atención de mí entre los madrileños fue
mi forma de decir che.
También sé que a los catalanistas,
entre los que se encuentra el actual presidente del Reino de Valencia
(puesto que ellos no van a dejar de usar nunca el nombre que se han
inventado, yo empleo el correcto), les molesta este sonido y también
el de la eñe.
Afortunadamente, el catalanismo es una
especie a extinguir.
Dice este Chimo Puig, en el que Fernando
Savater detectó cierto bloqueo de las funciones de cerebración
superior, que el PSOE no debería pactar nunca con el PP, cosa que en
un principio podría parecer aceptable. Pero luego, uno se fija en
que el PSOE sí que ha pactado con Compromís, con Podemos, con
Bildu, con ERC, con CiU, con el PNV, con IU, etc. y entonces cae en
la cuenta de que Felipe González, que salta a la vista que no es tan
burro, sí que ha pedido el pacto PP/PSOE.
Por otro lado, y en contra de lo que
puedan decir malas lenguas, no es cierto que Mónica Oltra haya
tenido una idea buena. Ésta es de Compromís, partido nefasto donde
los haya, y los hay, y ha convertido a la provocación y el
desparpajo en sus señas de identidad. Aquello de «tranquilos, si no
ponen las banderas es porque las estarán lavando» es de lo más
suave que ha dicho. A Chimo Puig le tuvo que hacer gracia esto,
claro.
Los propósitos de los catalanistas se
pueden resumir en una palabra: adoctrinar. Da fe de ello que su
prioridad es reabrir la televisión valenciana, pese a que no puede
ser más deficitaria.
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